El que me conoce sabe que desde pequeña le entregué mi alma al rock ‘n’ roll. Decoraba las paredes de mi cuarto y libros del colegio con rockeros que preocupaban a mi madre. Lloré cuando murió Kurt Cobain. Me la pasaba metida en “toques” en antros para poder ver bandas en vivo.

Poco ha cambiado desde entonces. Cada vez que mis amigas del colegio organizan alguna salida para ver a Franco De Vita, Ricardo Arjona o Luis Fonsi cuando vienen a Panamá, ni me invitan porque saben que, sin guitarras eléctricas y distorsión, no voy.

Por eso, cuando lanzaron la serie de Luis Miguel en Netflix me resistí, a pesar de haber crecido en los 80s/90s —en mi opinión, su “heyday”— escuchando sus canciones gracias a mi madre o alguna tía que las pusiera en la radio o alguna fiesta familiar. Y es que Luis Miguel es parte del inconsciente colectivo de esa década. No podías escaparte de él.

Después de estrenada la serie, empezaron los comentarios entre mis amigas. En los grupos de WhatsApp. En la oficina. Los artículos de BuzzFeed. El Trending Topic en Twitter. Los stickers en Instagram. LOS MEMES DE LUISITO REY. Entonces sentí FOMO como nunca y mordí el anzuelo. Y ahora, aunque tarde, estoy obsesionada.

A pesar de estarme dejando llevar por la novedad de haber salido del clóset como pseudo-fangirl de El Sol, como consultora de comunicación no se me escapa que esta es la mejor estrategia de PR para relanzarlo, después de un período cuestionable de su carrera. Y es que la carrera de Micky ha sufrido estos últimos años. Conciertos cancelados, un arresto por no comparecer ante la corte tras una demanda que le interpuso un exmanager por $1 millón, otra demanda de Alejandro Fernández por no completar el tour que tenían juntos, años sin un éxito, memes que se burlaban de su apariencia. Después de más de 30 años de carrera, El Sol se estaba apagando.

 

Pero la serie le ha devuelto el brillo, recordándole a sus fans (y no tan fans) por qué es una leyenda latinoamericana. La serie, acompañada de una perfecta ejecución de contenidos transmedia, le ha ayudado a monetizar a partir de la nostalgia.

A pesar de que la serie también se lanzó en televisión abierta —transmitiéndose todos los domingos por Telemundo— es una serie producida por y para Netflix, donde la mayoría nos enganchamos a consumir el contenido sobre su vida. Y aunque el propósito es contar su historia personal, no hay historia de Luis Miguel sin su música.

Por eso, el otro formato de contenidos digitales que estamos consumiendo todos los que entramos en modo obsesión, son sus canciones, a través de Spotify, donde rompió récords mundiales a solo cuatro semanas de estrenada la serie. Oficialmente he estropeado el algoritmo que estuve trabajando cuidadosamente por años, gracias a la cantidad de veces que he escuchado “Palabra de Honor”.

Aunque llegué tarde a la fiesta de #TeOdioLuisitoRey, no he perdido tiempo en rellenar mis stories de Instagram documentando mis trasnochadas por quedarme bingeing, mandar gifs de los mejores momentos de cada episodio por WhatsApp o compartir teorías de #DondeEstáMarcela por Twitter.

Por último, no podemos dejar a un lado la madre de las madrigueras de este throwback que ha durado semanas: YouTube. La búsqueda ha sido minuciosa: desde las versiones originales de apariciones en TV —como el primer show en Ciudad Juárez,  sus apariciones en Siempre en Domingo o la última serenata que le cantó a su madre— como entrevistas viejas, el video de “La Incondiconal” o youtubers que entregan curiosidades y secretos de cada episodio. Yo estoy segura de que soy la responsable de ese pico de búsquedas en julio. Mi esposo dice que si sigo así, cuidado y encuentro a Marcela.

 

Para cerrar con broche de oro, el éxito —más que digital— es phygital, ya que Luis Miguel (no sé si la serie o el artista) ha logrado que se agoten las entradas de múltiples fechas de su actual gira.

La serie ha sido efectiva en lograr engagement con los que crecimos escuchándolo y con una nueva generación que se conectó con la historia personal de un ícono latinoamericano, caracterizado por ser hermético y no hablar de su vida fuera de los escenarios. Le ha devuelto relevancia.

Y han sido tan exitosos que yo —la más rockera de todas— estoy lista para que LuisMi venga a Panamá y para poder dejarme la voz cantando sus éxitos, mientras espero la segunda temporada y así finalmente saber qué dice el maldito sobre.